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El gran desafío de las naciones: los ODS, ¿una herramienta para mejorar la vida de los senior?

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible tienen una doble finalidad: lograr el bienestar de las personas y la sostenibilidad de los ecosistemas. Contactamos con varios expertos para deducir qué lugar ocupan los mayores en la Agenda 2030

A. Lemos / EM 23-12-2021

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Río de Janeiro, año 2012. Altas autoridades internacionales revisan el progreso de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). No todas las propuestas se habían cumplido, pero sí se había avanzado en algunas cuestiones que los tenían preocupados. Faltaban dos años para que estos caducasen, y los retos no paraban de crecer. Este fue el germen de los 17 ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que también marcaron un límite temporal para el que no queda mucho tiempo: 2030.

Los ODM consiguieron reducir la cantidad de personas que vivían en pobreza extrema a la mitad, que cayese a casi la mitad el porcentaje de personas desnutridas y que la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años y de mortalidad materna se redujesen considerablemente. Las infecciones por VIH, malaria y tuberculosis también disminuyeron de manera notable, a la vez que aumentaban los niveles de escolarización. En definitiva, un legado que debe mantenerse y, por qué no, aumentar la apuesta  –casi doblándola– en aras de promover un planeta en el que las personas y los ecosistemas convivan en armonía, bienestar y, por definición, de forma sostenible. Así, los ODS serían una suerte de “segunda oportunidad” para poner fin al hambre, lograr la plena igualdad de género, mejorar los servicios sanitarios, asegurar una educación de calidad o hacer frente al cambio climático, entre otras cuestiones que están en el primer lugar de las agendas políticas de muchos países. 


¿DÓNDE ESTÁN LOS MAYORES?
Como cabe esperar, los ODS son más que 17 objetivos que cabría cumplir. La propuesta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para lograrlos son 169 metas. La idea es que, con la conquista de cada meta, se esté más cerca de alcanzar el objetivo principal. Sin embargo, la mención directa hacia las personas mayores solo se da en un total de tres metas, es decir, que los mayores están presentes en el 1,78% de los ODS.

Aparecen por primera vez en el ODS 2, en cuya segunda meta se pretende acabar con todas las formas de malnutrición en colectivos como el de niñas adolescentes, mujeres embarazadas y lactantes y personas mayores. Para Mercedes Ayuso, catedrática de Estadística Actuarial por la Universidad de Barcelona (UB) donde forma parte de la Cátedra de Economía del Envejecimiento, además de colaborar con la Fundación General CSIC, el Centro Internacional sobre Envejecimiento (Cenie) o el Instituto BBVA de Pensiones, se trata de una inclusión muy necesaria en nuestro país. “La población mayor española peca de dos cosas: de sobrepeso u obesidad, que es muy importante en términos de fragilidad; y de elevados niveles de sedentarismo. De ahí que la nutrición adecuada tome un papel tan relevante”, explica. No obstante, para Ayuso, la cuestión no radica en cuánto hay que comer, sino cómo hacerlo. “Las necesidades nutricionales de los mayores no son las mismas que las de la población general”, añade.

La segunda vez que una meta menciona de forma explícita al colectivo mayor es en el ODS 11, sobre ciudades y comunidades sostenibles. Concretamente, el punto 11.2 pide “proveer acceso a sistemas de transporte (...) con atención especial a las necesidades de personas vulnerables (...), como las personas mayores y con discapacidad”. Para Ayuso, esta meta tiene una importancia vital, ya que los mayores realizan dos tipos de desplazamiento: los que hacen por razones de ocio –incluyendo la compra en el supermercado– y por motivos de salud. Y, en función de dónde viva el mayor, estos desplazamientos pueden tener que darse fuera de su entorno, por ejemplo, si tiene una cita médica en la capital de provincia. Entonces, “es probable que deba hacer varios desplazamientos, y es necesario que los tenga cubiertos. Aquí se abre una batería muy grande de medidas y se necesita trabajar mucho para garantizar y agilizar el desplazamiento del mayor por medio del transporte público”.

Pero, además, un transporte accesible, asequible y de calidad permite un tipo de desplazamiento fundamental: el que se hace para visitar a la familia y a los amigos, y que puede convertirse en una de las grandes medidas para prevenir y paliar la soledad no deseada. Hablando de soledad, Ayuso señala que este fenómeno también tiene un impacto en aquel ODS 2: “Una persona que vive sola no se nutre igual que otra que viva acompañada”.

La última vez que se menciona a los senior en el desarrollo de las metas es en el punto 11.7, que indica la necesidad de “proveer acceso universal a espacios públicos y verdes seguros, inclusivos y accesibles; en particular, para mujeres, niños, personas mayores y personas con discapacidad”. La catedrática asiente: “Las ciudades tienen que ser sostenibles y cómodas para los mayores”, pero en su opinión, también hay que fijarse en la vivienda. “El mayor de ahora vive muchos años y, aunque puede que no desarrolle enfermedades graves, lo que sí es probable es que sufra determinadas circunstancias que están relacionadas con su movilidad” y, en este sentido, “la vivienda debe tener en cuenta, en su diseño, esas necesidades que el mayor puede tener, que hasta hace poco tiempo no se tenían tan presentes”.

166 METAS RESTANTES
Si de 169 metas solo en tres se menciona expresamente a los mayores, ¿qué ocurre con las 166 restantes? ¿Acaso olvidan los ODS a los senior?


Christian Courtis es funcionario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos e integra el equipo que trabaja sobre derechos humanos en la Agenda 2030. En 2017, Courtis publicó un artículo para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el que señalaba esta cuestión: las menciones explícitas, que para él, son “limitadas” y “un tanto aleatorias”, y se pregunta por qué se menciona al colectivo en esos tres momentos y no en otros, sobre todo, en el sentido de que estas tres metas “no coinciden necesariamente con las reivindicaciones más importantes de las personas mayores”. 

Desde entremayores hemos contactado con Courtis para preguntarle cuáles serían esas reivindicaciones, a lo que contestó lo siguiente: “El combate contra la discriminación por razón de edad, la disponibilidad y calidad de servicios de cuidados a largo plazo (preferentemente no institucionales), la adecuación de los sistemas de salud a las necesidades de los mayores (como cuidados paliativos), la disponibilidad y suficiencia de pensiones de vejez y la prevención y protección contra toda forma de abuso, maltrato y abandono de las personas mayores. La lista no es exhaustiva, pero creo que estos son algunos de los temas sobre los que hay mayores coincidencias”, apunta. 

Al preguntarle a Ayuso si estima que las menciones genéricas son suficientes (por ejemplo, mediante el empleo de fórmulas como “para todas las edades”), la catedrática afirma que, para ella, lo son, pues “la definición de los ODS se hace a nivel universal, lo que conlleva que se quieran cubrir a todas las personas en todos los grupos de edad”, sin que por ello se pueda considerar que los ODS discriminan a los mayores. Así y todo, se atreve a señalar dos cuestiones que le precupan para los mayores y que los ODS no reflejan. 

“Una de ellas es el trabajo sostenible, pues muchas veces, la salida del mercado laboral se produce de manera excesivamente temprana. Porque el envejecimiento activo, en ocasiones, está ligado a la permanencia en el entorno laboral”, señala. La segunda cuestión sería la relativa a educación, teniendo en cuenta que “el nivel de formación de nuestra población mayor es muy bajo, y eso tiene consecuencias, por ejemplo, en la capacidad que tienen para la toma de decisiones”, explica la catedrática de la UB. Pero, además, el fomento de la educación continua podría contribuir a cerrar la brecha digital, dado que “el mayor tiene que estar preparado para acceder a la digitalización –servicios de telemedicina, banca electrónica, etcétera–, y para ello, necesita formación”, asegura.

En cuanto a los cuidados de larga duración que Courtis indicaba como ausentes, Ayuso opina que “los ODS hablan de salud y bienestar, y ‘bienestar’ es una palabra que asociamos a la dependencia. Es posible que no se aborde de forma explícita, pero al hacer la lectura del ODS 3, sale la dependencia”, afirma, sosteniendo además que la mayoría de indicadores de ODS recogen valores relacionados con el cuidado a los mayores.

“Tratándose de una pieza ambiciosa que pretende delinear el futuro deseable para la humanidad, es inevitable que se trate de un documento de carácter general”, reconoce a este respecto Courtis, que a su vez matiza que la Agenda 2030 “tiene aperturas para incluir el envejecimiento como un eje importante del futuro de la humanidad”. Por ello, es necesaria la existencia de una “complementariedad de los ODS con el contenido más detallado del Plan de Acción de Madrid, para poder identificar el contenido de las medidas necesarias para realizar los ODS en lo que a mayores se refiere”. “Esto es particularmente relevante cuando se verifique que el de los mayores es uno de los colectivos que han ‘quedado atrás’, es decir, rezagados en el disfrute de los bienes, servicios y políticas implicadas en cada ODS”, concluye.

LOS ODS EN LAS RESIDENCIAS
Si hay un lugar de convergencia interesante de múltiples ODS relacionados con personas mayores –y otros que tienen más que ver con factores de sostenibilidad–, ese lugar serían las residencias. Y es que cada vez más edificios destinados a uso sociosanitario se preocupan por el impacto ecológico de su infraestructura y en destinar varios de sus metros cuadrados a suelo verde, lo que sumado a su papel en el cuidado y desarrollo de los senior, las convierte en ámbitos de alto interés para el cumplimiento de la Agenda 2030.

En este sentido, la Fundación Edad&Vida editó en 2017 una guía en la que se recogían buenas prácticas para la integración de los ODS en el sector de los servicios de atención a personas mayores, en cuyo prólogo, su presidente, Joaquim Borrás, explicaba que “la mejora de la calidad de los servicios que se prestan a los usuarios y sus familias, el establecimiento de nuevas vías para la colaboración público-privada, la consolidación del sector como un generador de empleo de calidad y la contribución a la riqueza del país son solo algunos de los beneficios que se pueden alcanzar a través de la incorporación de los ODS en la estrategia de los operadores del sector”. Ahora, Borrás concede una entrevista a entremayores para explicar hacia dónde avanzó la implementación de la Agenda 2030 en las empresas sociosanitarias desde 2017.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que no existe elemento alguno que parametrice o informe sobre el cumplimiento de los ODS en el sector, pues toda la información de la que se dispone “es aquella que las entidades tienen a bien compartir”, lamenta el presidente de la fundación. “No obstante –puntualiza–, podemos destacar que se ha producido un aumento de la comunicación de la actividad relacionada con los ODS, y esto lo podemos observar en algunas memorias anuales”. 

Así, de forma más reciente, y más bien como consecuencia de la pandemia que de la voluntad de alcanzar los ODS, “ha aumentado la conciencia de la necesidad de reformar el sistema y garantizar la sostenilidad del mismo”, hecho que “puede llevar asociado el desarrollo de planes, iniciativas o metodologías de evaluación relacionadas con la provisión de cuidados y apoyos a personas en situación de dependencia basadas en los ODS”, afirma Borrás. En otras palabras, “todos los ejercicios teórico-prácticos de revisión y redefinición de los cuidados de larga duración pasarán, indudablemente, por el filtro de los ODS”, concluye el presidente de Edad&Vida.

FUTURO Y VIABILIDAD
Si hay un motivo por el que todos los países acogieron con ánimo la Agenda 2030 es porque no es un instrumento vinculante, es decir, no existe una obligación legal de que, llegado el año 2030, todos los países hayan alcanzado los ODS. “Sin embargo, los compromisos políticos asumidos con la adopción de los ODS constituyen una pauta de referencia importante para interpretar otros compromisos que sí son vinculantes para los Estados, como las obligaciones en materia de derechos humanos”, subraya Courtis. Por ejemplo, la meta 1.3, que requiere la implementación de sistemas de protección social, traduce el contenido de las obligaciones del derecho a la seguridad social, y que sí es vinculante para los países que hayan ratificado tratados como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales o, a nivel regional, la Carta Social Europea. Precisamente esta última fue ratificada por España el pasado mes de julio.

En cuanto a si estos 17 objetivos se van a cumplir, la cosa está en el aire: queda una década, aunque “si el ritmo de cumplimiento ya era lento antes de la pandemia, la Covid-19 ha tenido un efecto perjudicial”, lamenta Courtis, coincidiendo con Borrás: “Numerosas entidades han denunciado que se ha producido un rebrote de la discriminación por edad, y en este sentido, podríamos afirmar que queda aún mucho por hacer”, afirma, a la vez que añade que la denuncia de estas entidades implica “un aumento de conciencia hacia las desigualdades existentes y, como punto de partida, podemos creer que se está trabajando en la senda correcta hacia la erradicación de dichas desigualdades y en la construcción de una sociedad más sostenible”.

“Hay que redoblar los esfuerzos”, insiste Courtis. Por ello, propone dos vías para garantizar la realización de los ODS: “La primera es la asunción, por parte de los Estados, de los ODS como compromisos obligatorios a nivel nacional, transformándolos en metas a cumplir en los planes y políticas nacionales de desarrollo, tanto generales como sectoriales. La segunda es el establecimiento de mecanismos nacionales de rendición de cuentas sobre el cumplimiento de los ODS, que permitan evaluar, a partir de datos desagregados, los avances, estancamientos y retrocesos de los gobiernos en la implementación y logro de esas metas, y la correspondiente responsabilidad política de los gobernantes”.


En cualquier caso, todavía queda un margen. Un margen de una década. Solo queda esperar que, para 2030, los mayores de todo el mundo tengan una calidad de vida y unas garantías mejores y más sólidas que hoy.



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